29.8.06

Mater no hay más que una... bueno, dos

Heme aquí que ayer iba yo por Oviedo en busca de alguna confitería decente donde pudiese comprarme un croasán (croissant para los doctos en lenguas galas) sin hallar éxito en mi empresa, cuando acabé sentada en el banco de un parque, acosada por una niña y con el estómago más vacío que una facultad en agosto (ejem) Pues bien, en mi periplo urbano conversé acerca de lo divino y lo humano y de las interminables? obras que se realizan estos días en la muy noble e invicta capital del Principado (de Asturias) Se me plantea la cuestión ahora de hacer un fortín entre las numerosas trincheras que han aparecido tras el levantamiento no violento de las calles de Uría. Todo ello vendría bien para asaltar a viandantes (pedestrians en inglés, que me encanta esa palabra), quitarles todo lo que lleven suelto y repartirlo entre los necesitados de un culín. Eso sí, que se sirvan ellos.
Hace tiempo, algunos meses ya, paseaba también por Salamanca, dirección la plaza mayor por una de las calles adyacentes cuando oteé a lo lejos tres banderas de Asturias en un balcón. Lejos de sorprenderme, pensé que la fiebre de Fernando Alonso había hecho mella en tierras castellanas; no obstante, al aproximarme al lugar donde ondeaba tal icono de la cultura íbera, solté una fuerte carcajada al encontrar la primera de las franquicias iniciadas con el fin de dar a conocer los manjares típicos de aquesta tierra astur que pisamos. Cabrales, criollos, fabada, arroz con leche, frixuelos y como no, sidra para inundar la tierra del vino. Opté por no entrar, puesto que estas cosas las conozco bien.
Y ahora, el porqué de estas conjeturas y disertaciones. Ni más ni menos que el hecho de que por un euro te puedes tomar tres culines de sidra. Personalmente no me gusta la sidra, más que no me guste es que no la tolero (puaj, puaj) Las manzanas las prefiero al natural, recién cogidas del árbol (y si son de Tineo, aún mejor!!!) No obstante, veo bien esta alternativa al ocio del culín, el sistema parece bastante más limpio y menos salpiquero (perdón por el palabro) que el típico camarero borde que te mancha entero los bajos del pantalón, por no incidir en que nunca están cuando se les necesita. Uno siempre entraba en una sidrería y no sabía cuánto le iban a cobrar, porque te atendía quién podía, y eso al final pues es un engorro. Aquí, self-service de sidra, sin mancharte, sabiendo lo que pagas y al alcance, ahora sí, de todos los oriundos de esta tierra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, se pierde encanto tradicional, pero renovarse o morir.

noewar dijo...

morir con dignidad por supuesto, las modas come personalidades y tradiciones pa quien las quiera