17.8.11

In my arms

Esta mañana emprendí mi jubiloso paseo matinal con fines lúdicos y ocasionalmente consumistas sin el rumbo demasiado definido. Quiso el azar llevarme a una tienda de ropa donde los descuentos eran demasiado jugosos para dejarlos escapar; no obstante, mi pésimo humor y la agobiante humedad me hicieron desistir de mi primer impulso a una sesión de probador y miradas inquisitivas sobre los cortes y hechuras de la prenda en cuestión. Así pues, con las nubes disipándose del cielo e instalándose sobre mi cabeza, vagué por unas calles que me recordaban a aquellas del París revolucionario, con sus adoquines, sus cánticos populares y sus barricadas que impedían a los acomodados burgueses disfrutar de su copa matinal. En tal estado de neutralidad me encontraba que mis pies, listos ellos como rayos, me condujeron a uno de mis lugares favoritos de este mundo. No voy a deciros cuál es porque muchos de vosotros ya lo sabéis, y los que no lo adivinareis si continuas leyendo (aunque solo lea para que leáis una entrada entera, jajaja)

Estando en este remanso de paz y literatura, me encontré con más gente que en cualquier otra tienda de consumo masivo de ropa, zapatos o chucherías complementarias, sorprendiéndome gratamente y subiendo mi nivel de animosidad al nivel seis. Me perdí un poco entre libros, saludando a viejos amantes y posibles conquistas inmediatas, sin saber muy bien qué pensar, porque tan pronto me apetecía pasar miedo con Lovecraft como perderme entre las páginas de una mujer anónima pero alegre (eso me decía la portada) Tan ensimismada estaba haciendo una lista mental de mis elecciones que me olvidé de mirar alrededor (y vosotros sabéis lo mucho que se aprende levantando la cabeza y siendo un observador callado) A mi alrededor no había gente enfundada en traje ni con elegantes blusas planchadas a la perfección. Solo vi pantalones cortos, playeros, cámaras de fotos y planos de la ciudad. Mi estado en ese momento subió del seis al ocho rápidamente.

Así que los turistas dejan dinero en más sitios aparte de los bares, restaurantes y museos! Así que ese lugar también es reclamo! Huelga decir que la aquí firmante busca librerías allá donde va, si bien la mayoría de las veces no compro nada porque no consigo decidirme. Para mí es más fácil comprar ropa (aunque os parezca mentira) que elegir mi próximo compañero de cama. Y entonces me di cuenta de que realmente lo mejor que te puedes llevar de cualquier sitio es un libro, el que sea. Son amantes incondicionales, amigos fieles, compañeros de soledad durante unos meses y luego les relegamos a su sitio en la estantería donde permanecerán hasta que toque hacer limpieza o queramos recordar aquella frase graciosa para ponerla en nuestro trocito de web. Aún así, ni se quejan ni se sienten traicionados. A diferencia de otro tipo de objetos, los libros permanecen con nosotros hasta que decidamos hacer algo con ellos. Mientras, esperan en silencio recordando los buenos tiempos pasados y nosotros los miramos con una sonrisa, o con un gesto de desagrado. Tantos son los sentimientos que hacen aflorar que a pesar de su naturaleza nos resistimos a tirarlos, a regalarlos, a fundirlos en el olvido. Les alagamos o les aborrecemos pero nunca nos quedamos como estábamos al principio de nuestro idilio. Amigos infatigables, único vicio para mí, capaces de romper o comenzar una nueva etapa de felicidad, tristeza o esperanza. Creo que finalmente me decidiré por la novela ligera y algo de fantasía para convertirme en una especie de Quijote a lo moderno. Y eso que no tengo e-book.

12.8.11

Quién dijo que Dios no escucha!

Y no me refiero precisamente a aquel que utilizó su mano para marcar un gol. Ni al que nos dio un mundial; bueno, se lo dio a los compañeros de equipo porque yo no he visto ni un real de la prima que cobraron... sería de riesgo? Porque digo yo, en una sociedad acuciada por las deudas, por los problemas con que nos bombardean todos los días, acaso es importante que los domingos por la tarde surja la mayor de las ilusiones para todas aquellas personas cuyo nivel intelectual dista mucho de ser el adecuado para mantener una conversación normal? Es que tan importante es ver a todos esos tipos corriendo? Si se pusieran en huelga los atletas, a alguien le importaría? O los jugadores de waterpolo. Crecí en un ambiente en el que el fútbol no contaba con la mayor de las atenciones, siendo sustituido por algo más de saltos y redes. Como vi el vacío que se les hace al resto de deportes, puedo decir bastante convencida que no me gusta el fútbol. Eso sí, lo que piden estos jugadores está bastante claro. Lo mismo que piden el resto de atletas, corredores, nadadores, ciclistas y deportistas en general: ganar lo mismo que gana el chuleta pelo-pincho de turno por correr un rato y anunciar calzoncillos. Supongo que para eso hay que nacer con una modelo bajo el brazo.