29.1.08

Me alegro un montón

No me podían dar noticia mejor. Porque no aportaban nada al periodismo ni a la televisión. Porque viciaban muchas mentes y muchas lenguas. Porque su estilo no era ni siquiera innovador sino ofensivo. No me da pena si nunca vuelven a encontrar trabajo. Un programa basura menos. Cultura, allá vamos!!!

27.1.08

Vamos a engañar al cuerpo

-Estaba pensando...
-Qué?
-Que igual el hecho de estar aquí los dos, no se. No te da la impresión de que somos un poco...?
-Un poco qué? Gays?
-No! Como que, bueno, estamos aquí, lejos de todo. No se puede decir que seamos muy sociables.
-Se supone que vinimos aquí para eso, para alejarnos de la sociedad y sus patrones de conducta. No lo recuerdas?
-Ya.
...
-Joder, qué frío!
-Aquí siempre hace frío.
-Sabes lo que no echo nada de menos? El tabaco. Desde que vinimos aquí, me siento más sano, respiro mejor, estoy más en forma. Es agradable sentirse así, no crees?
-Es lo que tiene vivir por encima de los ocho mil metros, que no hay estancos cerca.
-Me acuerdo de la señora del bar donde compraba tabaco. Era extranjera, pero ahora no se decirte de qué país. La recuerdo pero como en una nube. Era muy simpática.
-Qué fue de ella?
-No se, no pasé a despedirme de ella antes de venir aquí.
...
-Está saliendo el sol.
-Vaya, ya es tan tarde?
-O tan pronto.
-Qué crees que estará haciendo el resto del mundo ahora mismo?
-Desperdiciar su vida, supongo. Nosotros somos los que lo estamos haciendo bien.
-Bien?
-Estamos aquí sentados, mirando el amanecer. Tenemos razón, no? Estamos haciendo lo correcto. Eso nos dijeron.
-Quiénes?
-Pues... nosotros mismos, supongo. Es a la conclusión a la que llegamos hace años ya. Dejarlo todo y venirnos aquí, a ver cómo pasan los días. Eso nos hace especiales, eso nos hace mejores. Si no, por qué íbamos a estar aquí?
-Ya.
-Qué día es hoy?
-Acaso importa?
-No llevabas la cuenta tú?
-Qué más da! Todos los días hacemos lo mismo, ese es el encanto de nuestra vida, la despreocupación. No importa qué día sea ni qué tiempo haga, seguiremos haciendo lo mismo.
-Para siempre.
-Mientras dure.
-Está bien... joder, qué frío!

"Hanging around" by P.M.P.

21.1.08

Solo una aproximación

Pues las ansias de venganza han sido reemplazadas por un sentimiento de espiritualidad intensa, de esos que entran cuando la cabeza hace "click". Cómo atreverse a revelar las obsesiones?! Por favor, eso no! Y entonces empieza a hacer calor. Es cuando te planteas todo cuanto te rodea, y te parece que las palabras siempre han estado vacías, como si fueran electoralismos baratos. A pesar de ello dolían como pedradas. Todo aquello de "nunca serás marido", "nunca tendrás un hijo",... Verdaderamente sabía de lo que hablaba? Supongo que se creía algo así como un Noé de los noventa, capaz de salvar lo indispensable mientras yo recogía mis cosas en busca de nuevos horizontes. Y todavía preguntan porqué estaba frustrado y enfadado. Acaso es tan difícil ver que estoy harto? Aún así, conseguí conquistar todas esas ofuscaciones y malversaciones dialécticas, redimirlas en su ponzoñosa fuente y consagrarme nuevamente como el rey de la tristeza.

S.B. dixit, A.M. canit

15.1.08

Quosque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?

Hubo una época en la que el estudio de las ciencias jurídicas implicaba un conocimiento exhaustivo de las raíces del mismo, clavadas en lo más profundo de la herencia romana de la propia sociedad. Por ello, los alumnos, empecinados como estaban en pertenecer a lo más granado del universo intelectual, exprimían los libros, trabajos y ensayos existentes en, por entonces, la pequeña y limitada biblioteca de la facultad de Derecho. Entre laticismos (cómo los echo de menos!), historia de emperadores, republicanos y filósofos y demás anécdotas grabadas en piedra, surgió la esperanza de aquellos que, como yo, preferimos una enseñanza totalmente práctica al mero aprendizaje gallináceo, que diría alguno. En efecto, la luz se hizo, como ya llevaba vigente algunos años y en el ocaso de su existencia (la burocracia puede con todo, desgraciadamente), conseguí meter el pie en aquel último curso de seminario basado en dos humildes personajes. Cayo y Ticio; quién os iba a decir que después de tantos años vuestros nombres perdidos en algún pergamino mohoso cobrarían de nuevo fuerza en las mentes postpúbiles de una masiva clase de Derecho Romano. Con cuánta sencillez nos enseñábais las dificultades de la propiedad, de la servidumbre, del derecho privado y también público. Hicieron mucho más esos trabajos que las interminables charlas sobre el deber y las doce tablas por parte de una profesora con el pelo graso. Así fue como este hombre, que hoy se reúne con sus amadísimos ejemplos, se ganó un lugar en el corazón de todos los que, como yo, superamos la asignatura de Derecho Romano siendo conscientes de que verdaderamente es útil.