23.11.10

El punto G

Hoy hace un año no podía ver el reflejo dorado del sol en los edificios de mi calle. No llegué a saber si hacía tanto frío como hoy en esta tierra. No vi casi amanecer en la provincia donde resido. Estaba de viaje. Antes de irme, dejé mi corazoncito bien arropado por mis peluches, encima de mi cama, calentito para cuando volviera. Me fui vacía totalmente, echando de menos todo. Lloré y me puse triste porque nunca antes había estado tan lejos de todo aquello que amaba. Y además la gente no hablaría mi idioma ni entendería mi cultura y mis emociones. No era miedo, era vértigo.
Pasaron los meses, pasó el tiempo y las cosas se fueron estabilizando. Yo me entendía con la gente, me reía y lloraba también. Echaba de menos algunas cosas pero comencé a tener como habituales lugares que no sabía ni que existían. La vida transcurría normal, como le pasa a todo el mundo. Todo volvió a ser rutina. Pero aún dejaba mi corazón aquí cuando volaba hacia el este.
Hasta un día. No me preguntes cuál fue porque no lo se. Lo único que recuerdo es que un día entrante en la oficina, me saludaste, nos abrazamos y volvió a latir. Ahí estaba! Mi corazón! Me lo había traído sin querer? Podría haber olvidado dejarlo junto con todo lo que quiero? Llamé por la noche a casa y pregunté. Seguía donde yo lo había dejado, así que, qué era aquello que latía? Pensé en ello y al verte al día siguiente me di cuenta. Tú me habías dado otro! Gracias a tí se fueron la rutina, el vértigo, el pensar que era algo temporal y transitorio. No era pequeño, era como es el que dejé aquí. A partir de ese momento, empecé a sentir todas las cosas buenas de aquí. No solo veía sitios nuevos, gente ajena, situaciones extrañas. Vivía tal y como lo hacía aquí pero en otro ambiente. Y para vivirlo todo se necesitan sentimientos. Tú me los diste, mi gran amiga. Tú conseguiste que, aquel día que me marché, muerta de pena y de alegría a la vez, te dejará mi corazoncito en algún sitio entre la bolsa de gominolas y los informes personales. Ahí estará calentito y seguirá llenito de buenas cosas, que tú siempre le das. Porque lo que compartí contigo no fue solo tiempo, fue muy bonito.

7.11.10

Preguntas sin respuesta (IV)

Por qué los "8 días de oro" suelen ser en realidad quince días como mínimo? Y la "semana fantástica"? Si no son exactamente ni ocho días ni una semana, por qué los llaman así? Podrían decir, simplemente, los "días de oro" o algo similar. Es que vamos, porque una ya está acostumbrada, que si no se lo tomaba al pie de la letra e iba el primer día.

5.11.10

Chondo, de nombre Estoica

Mi asombro ante la ignorancia por parte de los políticos, legisladores y demás hombres de poder en torno a nuestro Derecho parece no tener un minuto de respiro. Jurista como soy (científica del Derecho de pro, y lo declaro a los cuatro vientos) sigo aferrándome a aquella semilla, ya germinada, que allá por el año 1999 plantó un buen profesor de Derecho Civil en una clase magistral y excepcional que nos ofrecía a un puñado de admiradores a eso de las cuatro de la tarde. "En España hay diarrea legislativa. Que no hay nada que hacer? Vamos a hacer una ley!", aclamaba entre vítores y risas de los pocos afortunados que acudíamos a sus espectáculos didácticos. En fin, que hace algunos años salió una ley de partidos políticos que venía a decir que si apoyabas a los terroristas y desechos similares no podías presentarte a las elecciones. Huelga decir que la base de datos del legislador español, al igual que pasa con los DNIs, permite las duplicaciones. Creyendo que tan solo yo, una por entonces estudiante de Derecho con bastante imaginación y poco empuje, me había dado cuenta de tan magno error, agarré mi tan querida e ignorada Constitución y le di un repaso. No había terminado de plantear mis argumentos a mi círculo más cercano cuando un artículo en el periódico me daba la razón. Todo un señor catedrático había visto la luz (cegadora) tan obvia, precisa y sencilla que debió a cegar al legislador, impulsándole a tomar derroteros más oscuros y enrevesados. Trabajo perdido por no leer el artículo 22 de la Carta Magna.
Sin embargo, pese a tal vacío constitucional (porque se pasó de ella total y descaradamente), seguí confiando en la pirámide legislativa... hasta esta semana. Cuál fue mi sorpresa al leer otra noticia-apretón salida de la mente del hacedor de leyes-retrete español. La pirámide vuelve a sufrir otro empujón más quedando inclinada ya y sin opción de volver atrás. Claro, claro, lo hacen a favor de la igualdad, de la mujer y de todas esas cosas que ahora están tan de moda (en el papel claro, que luego siguen matándolas, pagándolas de menos y vejándolas allá por donde van) Pues bien, mis apuntes al respecto son los siguientes:

- artículo 109 del Código Civil
- artículo 55 de la Ley sobre el Registro Civil (actualmente en vigor)

De veras es tan importante ponerlo en la ley si la mujer, el hombre o el hijo, si es mayor de edad (o emancipado), pueden ir por su cuenta y riesgo al registro cuando le de la gana para cambiar y jugar con los apellidos? No hubiera sido más fácil decir "que se pongan de acuerdo entre ellos"? Es que nos hemos vuelto locos y son necesarias estas leyes que se meten en la vida de la gente? Anda que no habrá cosas en este país más importantes que legislar sobre la filiación y encima presentarlo como toda una novedad. Para mí, amante de los Códigos, de Kelsen y sus teorías de supremacía, y creyente de que la ley está para interpretarla más que para jugar con ella a los vestidos, ya no me sorprende nada. Lo malo es que parece ser que todos creen que son unos visionarios. Qué tristura!