19.2.07

El tiempo es oro

Hace un momento tan solo he recibido un mensaje de un buen amigo en el que me contaba su mañana... y menuda mañana! De un lado a otro, o mejor dicho, de una ciudad a otra con prisas, papeles, cosas que hacer y poco tiempo para descansar. El agobio hace mella en nosotros y ya no es tan extraño encontrarse a alguien que coge la baja porque está cansado; puede que física o intelectualmente, pero el caso es que hoy día es inevitable ese estrés (que no creo que pueda llegar a ser bueno) al que se nos somete bajo el trato inefable del tic-tac del reloj de la habitación, la hora cambiando en el margen inferior derecho de la pantalla o los numeritos del móvil avisándonos de que queda menos para el descanso del café. Son tiempos inciertos para la dieta mediterránea, la siesta y las conversaciones tranquilas acerca de cosas irrelevantes e improductivas. Y no me refiero con esto a hacer el vago, ni mucho menos, sino a disfrutar de esos momentos que se nos escapan poco a poco por el ritmo inevitable del día a día. Trabajar, estudiar, o simplemente, los quehaceres domésticos, quitan un tiempo precioso que ya no vuelve. Para contrarrestar este frenético devenir al que hemos sucumbido, hoy se celebra en Italia un día que debería exportarse al resto de países... excepto, claro está, en las empresas que se ocupan de nuestras conexiones a internet.

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