22.6.10

De teatros, baldosas, castos y agua

Hoy me pasé la noche entera soñando contigo. Con tus ferias y tus mercadillos. Con tu silueta alta y esbelta, y el Magistral asomado a la ventana con sus prismáticos, observando cómo vives. Vi el largo camino lleno de fuentes y gente. Hacía sol pero sin calor, lo justo para pasear. Para degustar tus platos, tus bebidas, tus olores y canciones. Soñé que tan solo una ciudad estadounidense te ganaba, y solo por una tienda de comics. Soñé que estaba allí, disfrutando de unos días, tranquila. Bailando entre la arboleda urbana, con ese ruido de fondo que tanto echo de menos. Con comida para dar a los animales que aquí son tan extraños. Soñé con tu cielo azul y tus prados verdes, con las flores que le llevaré cuando vaya a verles, con bocadillos y empanadas, con ríos llenos de risas y caminos empapados de sudor. Con unos días nada más, pues si es verdad que te llevo bien dentro (muy al estilo histórico, no tanto deportivo), mi primera patria es más grande. Pero es inevitable, mi querida piedra, me has ganado poco a poco. Después de tí llegó lo demás, y ya lo único que queda auténtico de tí es ese reducto de intimidad que tan solo abres a unos pocos. A aquellos que son capaces de recordar aquel pie de la Regenta pisando el adoquín de tu corazón.

1 comentario:

nacho vega dijo...

guaja!

eso es todo la oviedostalgia, que ataca hasta en los sueños, la muy puñetera :)

a mí me da con los pinchos. de vez en cuando pienso en lo que me gustaría comerme un pinchín de tortilla. pero bueno, siempre hay bratwursts y cosas así :)

está bien recordar de dónde se viene... ¡pero hay que hacer lo posible para regresar con historias interesantes!