17.3.07

No hay serpientes en Irlanda

"Harkishan Ram Lal echó a andar por el camino hasta llegar al claro y se plantó en el lugar donde había ardido la fogata. Miró a su alrededor: las altas hierbas, las retamas y las aulagas, sobre el suelo arenoso.
-Sisha serp- dijo, llamando a la oculta víbora- ¡Oh, serpiente venenosa! ¿Puedes oírme? Has hecho ya lo que debías; por esto te traje de los montes de Rajputana. Pero estaba previsto que también tú tenías que morir. Yo mismo te habría matado, si todo se hubiese desarrollado según el plan trazado, y habría arrojado tu cuerpo muerto al río.
¿Me escuchas, mortífero animal? Entonces, óyeme. Podrás vivir un poco más, pero después morirás, como mueren todas las cosas. Y morirás a solas, sin una hembra con la que aparearte, porque no hay serpientes en Irlanda.
La víbora escamosa no le oyó, o, si le oyó, no dio señales de haberle comprendido. En lo más hondo de su agujero en la cálida arena, bajo los pies de Ram Lal, estaba muy ocupada, completamente absorta en la realización del trabajo que le había encargado la Naturaleza.
En la base de la cola de las serpientes, hay dos placas superpuestas que cierran la cloaca. La víbora tenía la cola erecta y sacudía el cuerpo siguiendo un ritmo primitivo. Las placas se habían separado y, uno a uno, envueltos en su bolsa transparente, de unos milímetros de longitud, pero tan venenosos como sus antepasados, la serpiente, que era una hembra, echó doce hijitos al mundo."

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