6.9.07

A partir de hoy, ya tiene quien le cante

Hace diez años ya que no está, y la vida sigue, inexorablemente. Un poquito más triste pero también un poquito más esperanzada. Todos la tenemos muy presente porque hizo mucho más que las poderosas potencias que mueven dinero e intereses. Tan fácil como dar un abrazo, cuidar a los que lo necesitaban, esparcir amor allá por donde iba, no imponer sus ideas, pasar desapercibida como cualquier otra. No lo consiguió. Con su aspecto débil y frágil consiguió abrirse paso por el peor de los sitios, por el que debería ser paso de todos los occidentales para darse cuenta de lo bien que vivimos. Para aprender qué es la humildad y la humanidad. Que todos somos iguales, que nadie es diferente por su religión o por sus enfermedades. Que todos podemos seguir adelante con perseverancia, haciendo de cada día una verdadera alegría por estar aquí. Cada vez que pienso en ella me entra vergüenza por todo lo que tengo y lo poco que tenía ella. Por lo mucho que me quejo, por lo mucho que queda por hacer y que aún nadie ha concluido. Me entra miedo, también. Y me da esperanza, porque en medio del más inmenso de los calvarios, en mitad de ese valle de lágrimas y enfermedad, surgía de la manera más natural, la calma y la serenidad, la seguridad y el apoyo en forma de tela blanca y azul. Quién dijo miedo, verdad?

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