4.7.07

Yo tenía una casita pequeñita

Pues sí, estaría bien tener una casa en el campo, o en la playa. Un lugar alejado del mundanal ruido donde poder relajarse, donde escabullirse de los problemas y de la rutina. Mirar alrededor y ver tranquilidad. Algunas de esas casas consisten en un chalet adosado con un trocito de verde donde plantar algunas margaritas, hortensias o simplemente dejar que el césped crezca a su antojo. Otras son verdaderas mansiones con escaleras de mármol, finca rústica, bodega y hasta llagar. Unos las utilizan para huir de todo aquello que suponga estrés, mientras que para otros simboliza su ego, ensalzando su poder económico frente a amigos que, en más de una ocasión, poséen una propiedad de las mismas características en otra localidad turística. Vamos, que no puede uno andar diciendo por ahí que tiene un casoplón (que diría aquel) porque los hay a patadas. No obstante, existen personas que por su elevada condición no pueden conformarse con una simple finca con piscina y tumbona del Leroy Merlin, resultaría demasiado ordinario. Para todos aquellos que quieran sobresalir, que realmente quieran tener ya no un casoplón sino un auténtico refugio, para su recogimiento y el alejamiento de todo ser vivo, aquí se os presenta una oportunidad de oro... y sangre.

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