
Tras esa inquietante y divertidísima llamada, dieron paso a Ramón, jubilado, tranquilo y la antipartícula, que diría aquella, de Geraldino. Consciente de que los tiempos avanzan una barbaridad, reconocía públicamente haberse dado cuenta demasiado tarde de que fue su mujer la única en soportar el peso de la casa, de la vida matrimonial y del día a día. Él trabajaba, comía, dormía y punto. Ahora se esforzaba por ayudar, por hacer algo por su mujer, que a fin de cuentas, nunca podría jubilarse. Así las cosas, intentaba recuperar el tiempo y arrimar el hombro, porque sabía que era lo mínimo que podía hacer.
Cerré la ventana de mi habitación, pero antes me quedé observando uno de los tantos hechos sociológicos que suceden en mi patio de luces. Un hombre tendía la ropa dos ventanas más allá que su vecina, que hacía lo propio. Ambos, con mucho cuidado se afanaban en hacer su labor lo más correctamente posible, lo cual consiguieron con creces. Me imaginé entonces a Geraldino y a Ramón a mi lado en la ventana y me dió por preguntarles si sabían tender la ropa de manera que tardase lo menos posible en secarse. El primero me respondió con grandes palabras llenas de misterio mientras echaba la culpa a las leyes y a los sociólogos y psicólogos que todo lo saben, interpretan y solucionan desde sus libros. Ahí le di la razón, pero sin decírselo directamente porque tantos aspavientos hacía que me dio hasta miedo. Ramón por otro lado aceptó su falta de pericia y optó por observar cuál era la mejor manera. Sin apelar a leyes ni reconocer que también sufre ni nada de eso. De la manera más sencilla. A fin de cuentas se trata solo de tender, no de cambiar el mundo.
2 comentarios:
¡Qué razón tienes!
Sería bueno que los Geraldinos y los Ramones de este mundo fuesen amigos, así, por parejas, para que aprendiesen unos de otros. Y no sólo aprender a tender para que seque bien, sino irse a lo más básico: la ropa se ensucia y aunque parezca increible no se lava sola.
El problema es que esforzarse cansa, cansa mucho...
Un beso a mi escritora favorita...
Jo, qué bien escribes. Me he quedado impresionada. Un besazo.
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