
Estando en este remanso de paz y literatura, me encontré con más gente que en cualquier otra tienda de consumo masivo de ropa, zapatos o chucherías complementarias, sorprendiéndome gratamente y subiendo mi nivel de animosidad al nivel seis. Me perdí un poco entre libros, saludando a viejos amantes y posibles conquistas inmediatas, sin saber muy bien qué pensar, porque tan pronto me apetecía pasar miedo con Lovecraft como perderme entre las páginas de una mujer anónima pero alegre (eso me decía la portada) Tan ensimismada estaba haciendo una lista mental de mis elecciones que me olvidé de mirar alrededor (y vosotros sabéis lo mucho que se aprende levantando la cabeza y siendo un observador callado) A mi alrededor no había gente enfundada en traje ni con elegantes blusas planchadas a la perfección. Solo vi pantalones cortos, playeros, cámaras de fotos y planos de la ciudad. Mi estado en ese momento subió del seis al ocho rápidamente.
Así que los turistas dejan dinero en más sitios aparte de los bares, restaurantes y museos! Así que ese lugar también es reclamo! Huelga decir que la aquí firmante busca librerías allá donde va, si bien la mayoría de las veces no compro nada porque no consigo decidirme. Para mí es más fácil comprar ropa (aunque os parezca mentira) que elegir mi próximo compañero de cama. Y entonces me di cuenta de que realmente lo mejor que te puedes llevar de cualquier sitio es un libro, el que sea. Son amantes incondicionales, amigos fieles, compañeros de soledad durante unos meses y luego les relegamos a su sitio en la estantería donde permanecerán hasta que toque hacer limpieza o queramos recordar aquella frase graciosa para ponerla en nuestro trocito de web. Aún así, ni se quejan ni se sienten traicionados. A diferencia de otro tipo de objetos, los libros permanecen con nosotros hasta que decidamos hacer algo con ellos. Mientras, esperan en silencio recordando los buenos tiempos pasados y nosotros los miramos con una sonrisa, o con un gesto de desagrado. Tantos son los sentimientos que hacen aflorar que a pesar de su naturaleza nos resistimos a tirarlos, a regalarlos, a fundirlos en el olvido. Les alagamos o les aborrecemos pero nunca nos quedamos como estábamos al principio de nuestro idilio. Amigos infatigables, único vicio para mí, capaces de romper o comenzar una nueva etapa de felicidad, tristeza o esperanza. Creo que finalmente me decidiré por la novela ligera y algo de fantasía para convertirme en una especie de Quijote a lo moderno. Y eso que no tengo e-book.