28.2.07

No, si yo solo me conecto para mirar el correo...pffff

Cuántos de nosotros enciende el ordenador nada más levantarse, así, por vicio? Leemos el periódico, nos conectamos al messenger, miramos cosas al azar en los diferentes buscadores o simplemente comparamos precios entre muebles suecos y bricolaje español. En fin, que parece que dependemos de esta pantallita más o menos plana, brillante, acompañada de ese ruido monótono, ese zumbido que casi sin darnos cuenta se nos mete en la cabeza. Si la televisión es la caja tonta, el ordenador es el cajón estúpido, porque si bien conlleva un mínimo esfuerzo (aunque solo sea para mover el ratón arriba y abajo) es tal nuestra dependencia de él que nos parece increible concebir un mundo sin estas asombrosas máquinas. Que no se malinterpreten mis palabras; todo lo que sea progreso, bienvenido sea. Ahora bien, eso de pasarnos horas y horas delante de esta pantalla que tanto daño hace, mirando por mirar las imágenes que se nos muestran, pasando el tiempo muerto conectados a la red y desconectados del mundo... no se, no se, no me convence. Cuánto hace que no das una vuelta para relajarte, aunque llueva o haga viento? Cuánto lleva ese libro que empezaste en la mesita? No va siendo hora de terminarlo? Digan lo que digan, sigue siendo un placer leer el periódico tranquilamente por la tarde, en el sofá, en una postura cómoda. Charlar con los amigos cara a cara, abrazarse de verdad, reirse a carcajadas y que los demás puedan escucharlo. Que te de el viento en la cara y que no te haga daño la luz del sol en verano. Internet es una ventana al mundo, pero prefiero salir por la puerta y disfrutar de mi barrio.

19.2.07

El tiempo es oro

Hace un momento tan solo he recibido un mensaje de un buen amigo en el que me contaba su mañana... y menuda mañana! De un lado a otro, o mejor dicho, de una ciudad a otra con prisas, papeles, cosas que hacer y poco tiempo para descansar. El agobio hace mella en nosotros y ya no es tan extraño encontrarse a alguien que coge la baja porque está cansado; puede que física o intelectualmente, pero el caso es que hoy día es inevitable ese estrés (que no creo que pueda llegar a ser bueno) al que se nos somete bajo el trato inefable del tic-tac del reloj de la habitación, la hora cambiando en el margen inferior derecho de la pantalla o los numeritos del móvil avisándonos de que queda menos para el descanso del café. Son tiempos inciertos para la dieta mediterránea, la siesta y las conversaciones tranquilas acerca de cosas irrelevantes e improductivas. Y no me refiero con esto a hacer el vago, ni mucho menos, sino a disfrutar de esos momentos que se nos escapan poco a poco por el ritmo inevitable del día a día. Trabajar, estudiar, o simplemente, los quehaceres domésticos, quitan un tiempo precioso que ya no vuelve. Para contrarrestar este frenético devenir al que hemos sucumbido, hoy se celebra en Italia un día que debería exportarse al resto de países... excepto, claro está, en las empresas que se ocupan de nuestras conexiones a internet.

9.2.07

Si no lo veo, no lo creo

Siempre me ha gustado la fotografía, desde que era bien pequeña. Es cierto que no soy buena fotógrafa, pero aspiro a encontrarme algún día con una imagen en mi cámara que se pueda comparar a alguna gran instantánea que ha dejado para el recuerdo esos momentos que dirigen y sitúan al mundo expectantes. Las cosas entran mejor por los ojos y somos una sociedad visual totalmente (o al menos audiovisual); no podemos ni imaginarnos lo devastadora que es la naturaleza, la guerra, el hambre o lo extraordinario de una tarde boda sin verlo. Creo que fue santo Tomás el que no creyó hasta que vio, y a nosotros nos pasa algo parecido. Pues para enterarnos de lo que pasa realmente en el mundo, para poner la imagen a cada año, se entregan los premios World Press Photo, que desde 1955 intenta dejar constancia de esos momentos inolvidables y lejanos, si bien es cierto que muchas de las instantáneas nos son familiares. Es un trabajo arduo resumir la historia de un país, de un pueblo, de una época, en una sola foto. Recordemos que la revista Life también lo intenta, con sus espectaculares portadas. Eso sí, los grandes ingenieros del instante Kodak escasean cada vez más, y hoy en día con una cámara digital y el photoshop todos podemos llegar a ser grandes colaboradores de Magnum. Y si no, que se lo digan a la Preysler.