Y si no que se lo digan a la industria cinematográfica, en cuanto a visualización se refiere. Ahí tenemos, en el principio de los tiempos, en el año 1895 a los hermanos Lumière proyectando la primera película o más bien documental en un cine francés. El cine mudo, en blanco y negro y coloreado dio paso al cinemascope, los musicales y los vestidos y decorados recargados hasta el extremo. Hoy día, tenemos dolby sorround, estéreo, pantalla panorámica y demás comodidades que hacen que ir al cine sea algo rutinario, exigiendo la máxima calidad. En esta ciudad en la que ahora llueve existían diversas salas de cine, en el mismo centro, a las cuales se podía acudir caminando, paseando y llegando casi por casualidad. Lejos han quedado ya aquellas tarde de mcdonalds y cine, por lo menos para algunos. Los últimos cines que quedaban abiertos cierran irremediablemente ante el asedio de una gran cadena comercial. La batalla la han ganado los cines con butacas extragrandes, servicio integral de comida rápida, pantallas más grandes que un piso de protección oficial y sonido envolvente. Claro que no a todo el mundo le gusta.Próximamente en sus pantallas... de televisión.







